Por Majo Giménez.

«Soy un niño de 6 años y quiero subirme al escenario y no bajarme nunca»

Después de dos semanas de talleres de teatro en Catarroja nos ha dado tiempo a sacar unas cuantas conclusiones. Nos gustaría centrarnos en los grupos infantiles que tenemos y que nos están exprimiendo sin límites.

Los niños quieren demostrarse a sí mismos de qué son capaces. No hay reglas ni límites, no hay ninguna impostura de las que se quedan en casa o en el colegio. No hay trámites, ellos son ellos con su manera de ser, su vergüenza, su cara dura, ellos son así. Y lo único que quieren es subir al escenario y más, más y más. Que les presten atención, que se fijen en ellos, inventar, tener tiempo para crear y hacer cosas que no hacen normalmente, salvajemente. Avanzar, quieren más, están acostumbrados a detrás de una cosa, otra, a no perder el tiempo, y eso, es una pena, porque muchas veces en clase, quieres detenerte en algo o explicar algo y les aburre. Están acostumbrados a los conceptos rápidos, a no paladear las cosas.

Pero llegan aquí, después de todo un día de clase, de muchas horas, muchos vienen directamente del colegio, cuando llegan ya es tarde y pasan una hora y media más, y deberían estar cansados, pero no lo están, lo necesitan, es su válvula de escape. Aquí vale todo. Aquí soy yo y no tengo que esconder cómo soy. Muchas veces, los padres cuentan que sus hijos que son muy artistas, pero luego ves que en realidad hay algunas carencias, cosas que trabajar, aspectos relacionados con su educación, con el saber comportarse y que a niños de cinco años no los puedes castigar, porque eso no les vale, ellos viven castigados (en cierto modo), para ellos el castigo es no salir, no hacer, no subir al escenario. Porque constantemente te piden repetir un ejercicio u otro que les ha gustado «¿Podemos volver a hacerlo?», «¿puedo subir yo otra vez?» y es una pena, porque termina la clase y te piden más, se quedan con ganas de más.

Algunos de ellos vienen obligados, porque a sus padres les gusta la actividad o incluso engañados, sin saber a dónde van. Hay otros, que son muy vergonzosos y no quieren participar, pero entre la masa de sus compañeros, gritan, ríen, pero individualmente, no les gusta hacerse de notar, ni ser los elegidos o protagonistas.

Tenemos mucho trabajo por delante, y con unos alumnos tan exigentes, tendremos que estar a la altura.