
Haciendo TEATRO renovamos los sistemas de comunicación establecidos dentro de nuestras FAMILIAS.
El teatro y el juego dramático desarrollan la imaginación, la observación, la creatividad o la expresión verbal y corporal.
A veces, la rutina y las prisas nos juegan malas pasadas y acaban colocando a las familias en roles que no nos gustan. A menudo, los adultos nos encontramos sólo dando órdenes, riñendo o muy ocupados. Detenernos a jugar juntos bajo las guías de un experto es una buena oportunidad para eliminar barreras, sorprendernos el uno al otro, redescubrirnos y ampliar nuestra mirada.


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