Por Javi Alfonso.

En la clase de ayer a los adolescentes, hablábamos del concepto de RESPONSABILIDAD. Algunos ejercicios que hacemos pueden resultar casi más un juego o un divertimento y a veces es fácil olvidarse del verdadero objetivo del mismo, por eso, en ocasiones, debemos soltar un poco el acelerador para reflexionar qué hacemos en un escenario. Es fácil encontrar opiniones sobre la actuación en las que se refieren al escenario como «suelo santo». No sé si será santo, pero estar encima de un escenario siempre es un privilegio, y por lo tanto, el actor/actriz, aparte de divertirse y aprender, tiene la responsabilidad de afrontar cada prueba que se le pone con ahínco y esfuerzo.

Tuvimos tiempo de hablar de otras tantas cosas, pero, esto de la responsabilidad nos llevó a nosotros, los profesores, a una reflexión, y es a la responsabilidad que tenemos y que ya se nos supone como formadores y además, la que no está escrita en ninguna parte pero que, para nosotros es un deber. Este deber es el de mostrar un camino a los alumnos, como igual a igual. Cuando hablas con niños y gente joven tienes que pensar que tienes entre manos un material delicado, un diamante en bruto y que todo puede influenciarles (positiva y negativamente) y que de alguna forma, están «recopilando» información para conformar su personalidad, gustos y criterio. Por esto, es importante preguntarles qué cosas les gustan, qué tipo de cine o teatro les gusta ver, en qué se fijan de los actores y actrices que les gustan. «Me gusta mucho el actor que hace de Gandalf en El señor de los anillos«, decía una chica, y eso nos daba pie para explicarles el camino de un actor. ¿Es Ian McKellen Gandalf y Magneto? Por supuesto, y no creo que él reniegue de serlo, pero como personas curiosas e interesadas por la actuación, debemos indagar un poquito más y descubrir que hablamos de uno de los grandes actores que ha dado la interpretación a nivel mundial, y es importante conocer esto.

Esto nos llevó a otra interesante conversación precisamente sobre las trayectorias de los actores. Estos chicos que empiezan a subirse ahora a un escenario empiezan a darse cuenta de lo difícil que es, de la entrega que necesitamos para lograr nuestros objetivos en escena y tal vez ahora, empiecen a valorar más el trabajo de los actores y actrices que les gustan. ¿Alguien conoce a José Sacristán?, les pregunté a los adolescentes y nadie contestó. ¿Alguien ve la serie «Velvet«?, una chica levantó la mano. Le expliqué que Sacristán interpreta al tío de la chica protagonista, entonces cayó y dijo «¡oh, sí!, ese hombre lo hace muy bien». Les expliqué que Sacristán, es probablemente uno de los mejores actores que ha dado nuestro país, pero al contrario que McKellen, que es conocido a nivel universal y puede permitirse aceptar o rechazar el papel que le dé la gana, debe aceptar trabajos alimenticios como «Velvet» (con todo el respeto hacia la serie y las series de televisión en general que tanto nos gustan y enganchan), ganar algún galardón (como los que ha recogido en los últimos años) y esperar la consideración de alguna academia que se decida por fin a homenajearlo como corresponde o la aceptación de un público que nunca sabes a quién va a decidir dar popularidad.

No nos gustan las conclusiones pesimistas, y menos cuando cierran conversaciones tan interesantes como ésta que tuvimos en clase, pero lamentablemente, de momento, este país está muy lejos de cuidar a sus artistas como debería. No pasa nada, seguiremos peleando.