Por Javi Alfonso.

¿Es razonable preguntarse quién aprende más en un proceso como éste? ¿El profesor o el alumno? Creo que soy un privilegiado. Y lo siento así por poder vivir de cerca algo tan delicado, frágil e íntimo como es el aprendizaje de un alumno de un curso de interpretación como el nuestro.

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Una de las primeras cosas que me llama la atención es, como hablábamos en el post anterior; ¿de dónde se sacan las herramientas cuando aún no se tienen armas para defendernos? El «personaje» o la «persona» que aparece en ese momento, cuando apenas hay nada en la mochila del actor/actriz, para salvarnos la papeleta o para defender y llevar a cabo la acción que debemos emprender la llamaremos «lugar cómodo» y utilizo esta nomenclatura para referirme a esos recursos de los que tiramos cuando aún no sabemos muy bien hacia dónde va a ir nuestro camino, cuando debemos terminar un ejercicio o realizar una escena y debemos terminarla, a toda costa.
Estamos en un punto interesante, de descubrir y valorar qué tenemos y qué podemos utilizar para nuestra actuación. Siempre resulta fascinante «espiar» y ver cuál es ese lugar cómodo de cada uno. Habrá que ir desmontándolo poco a poco.